De San Valentín, Platón y Carmen Alborch...por Javier
Javier, un buen amigo, me manda hoy, día de San Valentín, lo que el denomina como un resumen-adaptación de un artículo publicado por Carmen Alborch titulado "Tras San Valentín", qué hace referencia a El Banquete, de Platón, y del cual estuvimos hablando durante la cena el pasado viernes. Me lo manda, dice, por si fuera de mi interés, y como creo que puede ser del interés de más gente, lo cuelgo en el blog. Dice así:
"Cuentan, o al menos así lo imaginó Platón, que en el inicio de los tiempos todos los seres eran esféricos, es decir, reunían en sí mismos las dos mitades biológicamente posibles, la masculina y la fememina. Eran tan fuertes y arrogantes que Zeus decidió reunirlos a todos en un banquete y una vez allí los partió por la mitad. Al ser su naturaleza dividida, cortada en dos, cada parte echaba de menos a su otra mitad y sintieron por primera vez la angustia de la soledad. Anhelaban ser una sola naturaleza, buscaban incesántemente su propia contraseña y cuando la encontraban se abrazaban de tal manera que llegaban a morir de inactividad. El anhelo y la persecución de todo eso ha recibido el nombre de amor. Esta síntesis apretadísima del mito es, a su vez, trivializada y popularizada con la metáfora de la media naranja. En búsqueda de esa unidad podemos cometer errores importantes y sufrir ensoñaciones peligrosas. Como, por ejemplo, convertir al ser amado en responsable de tu propia plenitud, pidiendo que te resuelva tus propias insatisfacciones. Se dice que esta búsqueda se conecta con el olvido de que el eje de nuestra vida pasa por nosotros/as mismos/as, y que con la pérdida del amor se corre el peligro de perder la propia identidad y la autoestima. El anhelo de fusión produce muchas confusiones."
"Cuentan, o al menos así lo imaginó Platón, que en el inicio de los tiempos todos los seres eran esféricos, es decir, reunían en sí mismos las dos mitades biológicamente posibles, la masculina y la fememina. Eran tan fuertes y arrogantes que Zeus decidió reunirlos a todos en un banquete y una vez allí los partió por la mitad. Al ser su naturaleza dividida, cortada en dos, cada parte echaba de menos a su otra mitad y sintieron por primera vez la angustia de la soledad. Anhelaban ser una sola naturaleza, buscaban incesántemente su propia contraseña y cuando la encontraban se abrazaban de tal manera que llegaban a morir de inactividad. El anhelo y la persecución de todo eso ha recibido el nombre de amor. Esta síntesis apretadísima del mito es, a su vez, trivializada y popularizada con la metáfora de la media naranja. En búsqueda de esa unidad podemos cometer errores importantes y sufrir ensoñaciones peligrosas. Como, por ejemplo, convertir al ser amado en responsable de tu propia plenitud, pidiendo que te resuelva tus propias insatisfacciones. Se dice que esta búsqueda se conecta con el olvido de que el eje de nuestra vida pasa por nosotros/as mismos/as, y que con la pérdida del amor se corre el peligro de perder la propia identidad y la autoestima. El anhelo de fusión produce muchas confusiones."
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