lunes, 27 de julio de 2009

En Guillem i en Llullu

Divendres, en Guillem va caure a la platja de Portbou, caminant per les roques mentre caçava crancs (això diu ell, que caçava crancs, jo que sempre hagués dit que els crancs es pescaven). El resultat de la caiguda va ser el fèmur trencat i, després d'un trasllat en ambulància des de Figueres fins a Barcelona, una operació quirúrgica en hores intempestives per posar-li dos claus per dins de l'os des del genoll fins la cadera. Avui, després de tres nits i dies d'hospital, ja hem anat cap a casa.

Malgrat l'aparatositat de tot plegat i el dolor que al pobre Guillem li han causat la fractura, la cirurgia i el postoperatori, tot ha quedat reduït a un repòs no massa curt i a no poder posar el peu a terra fins d'aquí a sis setmanes com a mínim. Tot això a l'inici de les vacances d'estiu, que, com podeu imaginar, han canviat irremediablement de plans, i de descansar plàcidament a les Canàries, passarem a descansar (???) a Barcelona "sur mer", però sense tocar "la mer" -bé, la mer no la tocarem, però de que hem trepitjat merda n'estic cada dia més segur-.

Amb això, cada vegada tenim més clar allò de que "al Guillem li passa sempre tot": l'atropellament de fa dos anys, l'apendicitis d'urgència de l'any passat i, ara, l'accident a la platja.

I és que amb els fills mai s'està tranquil, perquè quan no és un all és una ceba, i encara que aquests alls o aquestes cebes no siguin massa grossos, quan els passa alguna cosa no te'n pots estar de patir un bon neguit.

Divendres, al mateix temps que en Guillem tenia l'accident i es partia el fèmur, en Màrius Serra va veure com en Llullu, el seu fill quiet, feia el darrer viatge després de nou anys viscuts molt intensament, de nou anys plens de moltes emocions i, ben segur estic que la força amb la que en Màrius Serra i la seva família han viscut aquests anys amb en Llullu, no amaga molts moments de patiment, d'esperança, de desolació, de resignació. Però els que som pares i mares sabem el que és patir per un fill, i per això és encara més digna de lloança l'enteresa amb la que en Màrius Serra ha viscut públicament la quietut del seu Llullu, sense fer-ne d'allò una desgràcia sino una oportunitat, una oportunitat d'aprendre una nova forma de viure i conviure, una nova forma d'estimar.

Per això, us vull deixar aquí el runrun que en Màrius publica a La Vanguardia d'avui, escrit després de la marxa d'en Llullu, i quina lectura m'ha reconfortat una mica més amb l'esperança de viure:

"Llullu en la memoria
Màrius Serra - 27/07/2009

"Nunca podré olvidar las palabras que no recuerdo haber escuchado ni leído, ni dicho ni escrito"

No me acuerdo de cómo se llama mi madre. No me acuerdo de cómo se llama mi padre. No me acuerdo de cómo se llama mi hermana. No me acuerdo de cómo se llaman mis dos abuelas, ni de si llegué a conocer a mis dos abuelos. No me acuerdo de cómo se llaman los familiares que me visitan cuando estoy en el hospital. No me acuerdo de los nombres de mis dos escuelas, ni de los muchos maestros, monitoras, fisios, cuidadoras y compañeros que he tenido. Como no me acuerdo de nada, nada puedo tampoco olvidar. No puedo olvidar a mi madre, ni cómo se llama, ni su voz de terciopelo, ni sus brazos suaves que me calientan cuando tengo frío, ni su risa de niña eterna, ni la paz que me da cada vez que me disparo, y no puedo olvidar ni olvido que me quiere, aunque no entienda sus palabras de amor. No me puedo olvidar de cómo se llama mi padre, ni de las historias que me cuenta, ni de los meneos que me pega cuando intenta vestirme, ni de su olor intermitente de tabaco ni de los gritos que suelta cuando me dice Llullu-cómo-estáás, ni puedo olvidar que por culpa suya todos me conocen por este nombre que empequeñece la boca de quien lo pronuncia. No me puedo olvidar de cómo se llama mi hermana, ni de cómo se enfada cuando nuestros padres le llaman Pepita o algún otro nombre por el estilo, ni puedo olvidar las cosas tremendas que me cuenta a la oreja, ni tampoco aquella redacción en la que explicaba que le encanta aplastarme ni puedo olvidar, sobre todo, sus inconfundibles carcajadas. No me acuerdo de la niña gitana que se llevaron a la sala de espera para bendecirla, ni de la hija del guardia civil, ni de ninguno de los compañeros de habitación con los que he convivido en hospitales todos estos años, y por eso no les olvido. No recuerdo la boca de piedra en la que mi hermana metió la mano con temor mientras yo sonreía, y por eso no puedo olvidarla. No recuerdo haberme cagado en la basílica de San Pedro, ni tampoco me acuerdo de las promesas que me hizo mi padre mientras paseábamos entre estatuas de piedra que nos miraban todo el tiempo, y por eso no lo olvido. No me acuerdo del día que mi padre me dijo Llullu por primera vez, ni tengo la más remota idea de cómo fue que todos le siguieron la corriente y empezaron a poner morros para llamarme así, y por eso ni lo olvido ni puedo olvidarlo. No recuerdo haber visto a mi primo bailando el No rompas más mi pobre corazón,y por eso no lo olvido. No olvido Eurodisney. Ni el Tibidabo ni Port Aventura ni Gardaland ni Santapark. No me acuerdo del campesino que se arrodilló a rezar por mí, ni de las cosas que le decía a su dios, ni de las caras de tonto que ponían papá y mamá, y por eso no lo olvido. No me acuerdo de los dos hombres de las narices que tenían la misma cara, y por eso no les olvido. No me acuerdo de los gritos de asco que profería la dueña de un restaurante de pescado cuando me vio entrar por la puerta, y por eso no lo olvido. No me acuerdo de la camilla rodante que empujaban los hombres de rojo la noche que subí a una hidroambulancia, y por eso no lo olvido. No me acuerdo de la niña de etnia llullu que vivía con unos amigos de mis padres desde mucho antes de nacer yo, y por eso jamás podré olvidarla. No me acuerdo de nada, yo, y nada olvido. Nunca podré olvidar las caricias que no recuerdo haber recibido. Nunca podré olvidar las palabras que no recuerdo haber escuchado ni leído ni dicho ni escrito. Quien no recuerda no olvida. Quien no olvida recuerda. Amo, pero no lo recuerdo. Me aman, y no lo olvido. Nunca caeré en el olvido." La Vanguardia, 27 de juliol de 2009



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1 comentarios:

A las 18/5/10 , Anonymous Fátima ha dicho...

LLego de casualitat a tu blog. Me conmueve especialmente esta historia de hijos que se van y no se olvidan.

Un saludo

 

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